Llaman a la puerta. Es Tala. La sorpresa de verla en el pueblo me pega un soplido en los ojos. Pestañeo. Entra caminando muy despacio, haciendo de la sorpresa su aliado. Sin conseguir reaccionar, siquiera haber dicho «hola», ya está metida en la casa contando que ha venido a las fiestas del pueblo, que quite esa cara de sorprendido, que ya lo había prometido la vez que vinimos y lo pasó tan bien. «Por lo menos hace cuatro años de eso». «Qué más da; las promesas no caducan». La sigo camino de la cocina donde se dirige guiada por el olor... Es una cocina con fogones que nunca reemplazó la vitrocerámica, en la que estoy haciendo un sofrito de "altura" con productos de la tierra. El tomate aquí no pasa por tienda: de la tierra a la sartén, una maravilla.
—No vayas a fumar aquí — le prevengo.
—Dejé de fumar hace tiempo...
—¿Ah sí?...
— ...ya solo fuma la gente fea.
Pone cara de guapa al decir lo de la gente fea (mirada perdida). Tala en el fondo es muy coqueta. Noto que me provoca una cierta tensión erótica, se me pasa por la cabeza que Marta no llegará hasta dentro de un par de horas, pero enseguida evito ese camino:
—Marta no tardará en llegar.
—He visto a Óscar y he vuelto a ver al Cerdo.
Soplido de toro. A bocajarro, a quemarropa. La boca se me descuelga sin fuerza. La miro con insistencia; dime más, coño, ¿cuándo, cómo, por qué?, pero no digo una palabra, la boca no me responde.
—De hecho—, continúa —, los he visto juntos. Al parecer se conocen desde hace tiempo…
—(Tch!)

˜ ˜ ˜

La novela tiene una continuidad en el blog donde escribe el personaje principal, sobre la vida post tch! y el contacto que mantiene con el resto del extinto colectivo. Te invito a seguir leyendo:

...en la actualidad: Blog post-tch!

Gracias por llegar hasta aquí.
Una súplica: deja un comentario en el FB y de paso, si te apetece, lee los que hay.

Y una propuesta: participa en la acción final de la novela "qué bonito"