capítulo 16 | 17 | capítulo 18
Alex mira a través de la ventana y ve el desastre, la muerte terrible, la conmoción. Descorre la hoja del ventanal y se produce portentosa inhalación llenando su casa de un sonido tenso, un murmuroso ácido rojizo, un silencio encarnado de partículas en suspensión y olores acre y miradas y coches y viento y ecos que vuelven con el oxígeno y todo señala un único mismo lugar: donde acaba de estallar el asesino de la corbata, un espacio que es el centro al que apunta todo lo que abarcan los sentidos y la calle y la ciudad, que se gira a mirar alarmada, excitada, morbosa, ese centro que ahora es hueco y falta de vida; allí, que hace un instante había una persona.
¿Eras MeOculto?
brotan y ruedan por las mejillas de Alex, atormentadas de un hipo macabro de perspectiva absoluta. Pareciera que la vida sea una suerte de videojuego donde la suerte jugase un papel incontrolable en el devenir de cada uno y que el resultado fuese del todo un proceso aleatorio, condicionante, definitorio. Maldita sea que La vida es cuestión de suerte sea una frase tan injusta como real.
¿Quién es Eu?
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