capítulo 13 | 14 | capítulo 15
Cuando supe que Art Pepper era un delincuente del saxo y un violento pendenciero de puños, droga y alcohol me llamó la atención —cosas de la inmadurez— que un tipo así pudiese transmitir tanta belleza. Laura es un tema sedoso compuesto para una película sedosa y para una mirada sedosa —la de Gene Tierney—, pero en su versión, Art Pepper le da una sonoridad agónica que desquicia el corazón e hincha los pulmones. Desquicia e hincha hasta el dolor. Eso es lo que sentí al escucharla, un extraño dolor relacionado de alguna manera con la belleza.
Hoy he creído encontrar explicación para tal sensibilidad; leyendo un artículo sobre el saxofonista, he sabido que estaba enamorado de una Laura y todo ha encajado. De ahí la extrema belleza, la enfermedad con la que interpretaba aquel Laura. Esta es mi hipótesis.
Naturalmente he querido volver a escuchar la versión —la cinta de cassette no podría reproducirla aunque la encontrase—, así que he buscado en las multinacionales Spotify y YouTube. Nada, bueno, sí, he conocido The prisoner (theme from the eyes of Laura Mars), un precioso tema —compuesto para otra mirada— que sin duda apoya mi hipótesis. Pero de la versión del Laura, nada; y la nada de un recuerdo me ha producido ansiedad. Googleo “Laura”, “Art Pepper+Laura”, “Laura+versión de Art Pepper” e incluso “Laura cover by art pepper” y tampoco. Si en las multinacionales no está es como si no existiese. Dudo de mí mismo. De mi recuerdo. Y es una sensación pastosa. Incómoda. Si mis recuerdos son falsos, ¿qué soy?
Me he pasado el día escuchando a Pepper y en uno de los temas —como un advenimiento— ha surgido la forma de soplar el saxo que yo recordaba en aquel Laura; ha sido en un corte llamado Patricia, os pongo la delicia:
¿Duele o no el pecho escuchando esto? Es una hermosura ácida como su drogadicción y dolorosa como un cuchillo bien afilado.
¿Quién era Patricia? ¿Otro amor?
Lo he buscado; Patricia es la hija de su primer matrimonio; él tenía 17 años cuando se casó; ella —Patti Moore— 16. Ignoró a su hija en la infancia y el origen de la composición se debe a su rechazo cuando quiso —años después— volver a verla y conocer a sus nietos.
Así de hermoso y dolido sonaba el tema de Laura que me tiene trastornado y que no sé si alguna vez escuché o no.
Alex termina el podcast de hoy
con ese Mi ex también se llama Laura, como único final. Se quita los auriculares y mira el paso de cebra —desde la misiva de ayer no deja de hacerlo— intentando encontrar la silueta de Eu parada en medio de las gruesas rayas blancas. Al menor pitido se le va la vista hacia allí.
Termina su infusión.
Está dándole vueltas al juego de ayer, el de soltar frases de forma automática. En su montoncito de hojas en sucio escribe varias veces las dos últimas:
· Existe Eutimia y existe Eutimio.
· ¿Quién se oculta entre las sombras?También escribe: Eulogia, Eufrasia, Eustaquia y Eulogio, Eufrasio, Eustaquio y con este nombre recuerda al pobre desgraciado que estuvo unas horas detenido porque le confundieron con el asesino de la corbata.
En otra de las hojas en sucio, el reverso de una notificación de la comunidad de vecinos al respecto de si cerrar con llave o no el portal, ha escrito múltiples veces la frase:
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