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07.

Esa pregunta eterna

2 días antes de la misiva

Cada cierto tiempo se me pasa por la cabeza la pregunta de cuál-es-el-sentido-de-la-vida,

y sin darle demasiada importancia y con el sonrojo de seguir a los cincuenta y tantos preguntándome cosas de este palo, suelo desecharla con la primera distracción que se me pasa por el móvil. Hoy no ha sido así. Hoy me ha venido un recuerdo lejano que pensaba olvidado y al que en su momento no había dado importancia, el de Pedro Almodóvar respondiendo esa misma pregunta en los años noventa a un periodista que se la realizaba a traición. Tras un leve momento de estupor, Almodóvar respondió: «el deseo» y desplegó una sonrisa.

El caso es que hoy me ha parecido la mejor de las respuestas posibles o al menos la más representativa de nuestra contemporaneidad, por estar profundamente centrada en el yo —tan de nuestro tiempo ocioso—, así que he tirado del hilo y no he tardado en cuestionarme mis deseos y cuál daría sentido a mi vida. Me ha sorprendido no saber qué contestar; me he imaginado delante del pozo o del genio que ofrece tres y me he visto con exasperación incapaz de reaccionar. Ahí ha quedado la cosa.

Me he duchado —¿qué tiene un chorro de agua en la zona parietal que es como si te reseteasen?—. Me he vestido. He preparado la comida, quinoa con tomate y aguacate y una salsa a base de soja, chile rojo, puerro y limón —todo libre de animales muertos— y de repente, masticando cientos de esas bolitas anacaradas he deseado que fuésemos menos.
Somos muchos.

Ese deseo enseguida ha cobrado entidad y he sentido el agobio de miles de millones de seres humanos en rededor, tan cerca, tantos, consumiendo tantas cosas Y CUAL APARICIÓN, se me ha presentado la sobrepoblación mundial como la madre de todos los problemas y la causa de los males estructurales. Ha sido una tremenda revelación. Cuanta más gente, más rentables son esos monstruosos agujeros negros que lo quieren engullir todo; la sobrepoblación es la razón y la fuerza de las multinacionales, oh dear —ahora debería escucharse el ruido de una persiana cerrándose de golpe—, las Malditas Multinacionales están condicionadas por el exceso poblacional, tal y como la población está condicionada por las MM. Manu, ¿qué me dices a esto? Pensemos un ejemplo: el medioambiente, otro ejemplo: el bienestar social, ¿cómo se verían afectados si fuésemos menos? Parece claro: a mejor.

Visto de otra manera: la cuestión poblacional es la (gran) solución.

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He buceado por páginas y opiniones y he encontrado poco discurso al respecto; aunque de forma lateral hay un dato interesante: la formación y el aumento del nivel de vida son inversamente proporcionales a la tasa de nacimiento. Bien. Ambos aspectos ya son reclamados con fuerza, poco puedo empujar por ahí.

Pero también he encontrado esto:

Impuesto por hijo, ya.

El mensaje es de una pequeña asociación llamada Matura, que afirma que estamos devorando la mano que nos da de comer: la MAdre naTURAleza.

Por cuestiones de sostenibilidad, propone a corto plazo controlar la población —en crecimiento desbocado, véanse los datos— instaurando un nuevo impuesto que grave el número de hijos en función de la renta. A + hijos + impuestos para los más ricos, que son los que consumen más; tremenda, infinitamente más consume el hijo del rico que los de quince familias con bajos ingresos.

Y su propuesta a largo plazo para evitar el colapso del sistema, es acabar vinculando un nacimiento por cada muerte (en países como el nuestro, dicen, que somos de los que contaminamos, per cápita, porque los países pobres, poco).

Uau. Desde ya pongo mi humilde podcast al servicio de esta asociación. Estoy entusiasmado como si acabase de salir de una bola Pokémon. Besos multicolor. Continuará.

El llamado Crimen de la corbata de la semana pasada en Puerta de Alcalá sigue dando de qué hablar.

Esta mañana se conocía la detención de Eustaquio Figueroa como presunto autor del crimen. Se le incautó amplia documentación fotográfica del rapto del difunto Enrique Murillo Larrazábal (E.M.L.) acompañada de siniestras interpretaciones a pie de foto que el propio Eustaquio calificaba de parodias. Su aspecto escalofriante y taciturno casaba tan ajustadamente con el de un asesino trastornado que parecía sacado del guión de una película. A esta hora de la tarde el caso ha dado un giro grotesco y Eustaquio está libre y sin cargos porque, atención, alguien que se denomina a sí mismo El asesino de la corbata, ha publicado en redes sociales el mensaje #nosepuedesermástonto, junto con decenas de servidores donde compartió dichas imágenes del rapto hace un par de días.

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El morbo o “el afán de parodiar” que aduce el interesado han podido costarle caro a Eustaquio, que afirma haberlas descargado y usado en un proyecto íntimo que, en sus propias palabras, pretende parodiar la interpretación fotográfica; un equipo de investigación acompañó al acusado a su domicilio y ha corroborado la existencia de trabajos similares realizados desde hace años con diferentes series. «Me río por no llorar», han sido las palabras del inspector jefe al salir de la vivienda.

Por otro lado, también relacionado con este crimen de la corbata, ha trascendido un estudio con el nombre de “Basureando” en el que la disuelta y poco conocida oenegé “6 minutos” denunciaba el año pasado a E.M.L como responsable medioambiental de la multinacional en cuestión, por el uso de polímeros nocivos. En dicho estudio se afirma que el difunto Enrique conocía la sustancia (una pasta rosa) y su característica contaminante e incluso el desarrollo interno de una alternativa no nociva, pero —siempre según el estudio— dicha opción suponía una merma en beneficios por lo que no se llevó a cabo. Independientemente de la veracidad del estudio, la eventualidad de un acuerdo evitó su publicación. ¿Estaba el asesino de la corbata al tanto del estudio? Los elementos coincidentes sugieren tal cosa.

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