Hablar de las rendijas entre las tablas, de los bornes, los churretones de barniz, de la unión del mundo onírico y el mundo simplón en el que escribo esto, en el que tú lo lees,
es hablar del intervalo, de la grieta, de los capítulos ocultos coma cinco; ¿leíste el 1,5 por cierto?
En fin, aquí estamos, tú y yo, en esta rendija; y qué quieres que te diga, me hace ilusión. Tanta leche y tanto vértigo de todo lo que queda por contar: amores, dudas, El Bosco, la anodinidad, los oxímoron, la fantasía, y en cambio, podernos permitir esta pausa, bendita pausa; me gusta, me da un respiro, me recuerda a un cigarro de cuando fumaba.
«Un intervalo es un glitch para la inmortalidad».
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