– Capítulo 09 / 21 –
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(La inmortalidad del lápiz cayendo acabaría con la culminación de la serie: si se produjese un registro completo que abarcase la totalidad de posibles caídas, ésta se volvería finita y por lo tanto efímera. El lápiz cayendo (ya) estaría repetido).
De espaldas, picoteando los pétalos de una indescriptible pompa florida, un ave tricéfala me regaña con sus picos llenos. A sus pies descansa el último lápiz tirado sin repetición previa.
—No es la inmortalidad la búsqueda,
sino entrar en el jardín —dice, y sigue picoteando pétalos.
—En el fracaso también hay lírica —añade otra de sus cabezas.
Como reacción a estas máximas, del vientre carcomido de la pompa florida —infecta y mugrienta—, surgen Jepes (bichejos minerovegetales). Sus ojos —diminutos puntos negros—son su alimento; se devoran unos a otros cegándose, en escaramuzas oscuras, palpando, evidenciando el fracaso al fin y al cabo.
—Busca tu jardín —insiste el ave—. Porque de esto no se duda, hay un jardín por cada uno de nosotros.
—Desenfoca la vista de tal forma que izquierda y derecha se comiencen a mover hacia el centro —me trina a modo de instrucciones la tercera cabeza—, como si se tratase de enfocar un objeto que está mucho más lejos que la imagen.
En el fondo, el jardín es un estereograma.