– Capítulo 20 / 21 –
< capítulo 19 | capítulo 21 >
Y mientras los niños veían el precipicio, y los ojos de la serpiente inmortal les creaba incógnitas, a mí me regurgitaba un sabor plástico a oreja masticada.
Entonces imaginé que una garza vieja nos miraba desde lo alto e imaginé que también desde lo alto, una eremita hembra se carcajeaba de nosotros en el ventanal de su torreón con un Chupa Chups lleno de hormigas en la mano y le daba golpecitos con la punta de la lengua al caramelo, libando su sabor a cola, de a poco. Y en ese imaginar, ese estar dentro del jardín, sentí una sensación que hacía tiempo que no-; y puedo aseguraros que me trascendió fascinó, devoró.
Fue en ese justo momento. Frente a las tres tablas del Bosco. Con los niños. La ausencia de la chica de piel morena. Los bornes en las grietas. El fracaso semienterrado. Fue en ese momento de imaginación inducida por la tabla, en ese justo momento cuando creí ver un recorrido frente al cuadro. Reconocí un recorrido de todos estos años –que ya son una vida–, en mi relación con el cuadro.
Ese recorrido es la razón de este texto.
Este texto es mi abrazo a un cuadro que me ha regado –este es el recorrido–, y ha hecho brotar entre mis brazos de pulpo:
frondosas
hojas
de miedo, pequeñas ramas de vuelo, tallos de escepticismo, hojas de atrevimiento, troncos de añil y troncos de violáceo crecimiento, ramas y tallos de arriba y de abajo, de perspectiva aquí y de perspectiva allí, fermentando imaginación.
Hojas de la influencia.
Hojas caducas de la influencia vueltas perennes cada vez que regreso al tríptico. Hojas que me han cambiado, me han configurado y hecho imaginar diferente. Que reverdecen. Que en mi larga relación con el cuadro, me han hecho otro. Yo no soy yo.
Este texto es reconocer con humildad las hojas de la influencia en
la compasión, la risa, las intrigas, mi estar en la amistad, la creatividad sexual, mi política, mi manera de comprar y mi manera de disfrutar los viajes, de organizar el espacio de mi hogar, de dejar de trabajar antes para dedicar tiempo a lo otro; su influencia en mi forma de ver, leer, escuchar…
Dicho queda.