– Capítulo 16 / 21 –
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«Se escuchan sonidos mascullados, fauna, respiraciones mascando el ansia, denso como un caramelo Sugus; se escucha dentelleo y goteo de babas. También música 8-bit».
Camináis, ejército negro, en pos de la humedad, guiados por ese olor a mujer de piel morena; invisibles y silenciosos, insospechados. Ella cede lentamente sus piernas y se deja acariciar por dedos y espinas.
Entre humedales apenumbrados, donde el jardín se vuelve páramo y la perspectiva pierde la vista y no se distinguen formas, ella en su aroma se dirige al ejército y dice: La verdad la tengo aquí, en un frasco que no se ha destapado jamás.
Junto a ella un señor con corbata se hace un selfie. Hay lápices pisoteados. Dos garzas dan sombras circulares en su vuelo.
¿Imagináis —y me dirijo a todos vosotros— que moviendo el punto que engendra la perspectiva del jardín, todo varíe? La grandeza, la estupidez, lo válido, lo equivocado… Que solo dependiese del lugar desde (o a) donde se mire.
Que mirando una misma escena —puede que nuestra propia escena—, viésemos triunfo desde allí, alegría desde allí, tristeza desde aquí, monotonía desde abajo, intensidad desde lo alto?