– Capítulo 12 / 21 –
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Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo (1)
Como la reunión presupuestaria con el cliente potencial ha ido bien, me regalo tiempo y voy al Prado, solo.
Cuando estoy frente al cuadro siento a alguien a mi lado. Es de mi altura. Evito mirarle directamente y me centro en las tablas. Observo el tríptico con intención; quiero tratar de comprender la tabla central, intento dar cualquier significado a esos bichos desconocidos cuando mMMe doy cuenta —y eso me raya un poco— de que los humanos de la tabla no son como yo, siquiera se me parecen; yo estaría perdido, asombrado, aterrado allí dentro, pero estos humanoides desnudos, parecen estar plenamente habituados a ese mundo compartido con especies desconocidas que parecen buscar la danza, la anomalía, las delicias.
Llego a casa y me tumbo a leer. Ese alguien que no soy yo está por aquí. Me ha seguido desde El Prado a casa.
Leo en el sofá. Me he colocado en la espalda una almohada púrpura, logrando una posición cómoda. Leo con gusto.
(Cuando me entusiasma una página del libro doblo su esquina. Si solo es una frase, la marco con lápiz).
Estoy leyendo un libro de poemas y quiero subrayar: mes de donde nacen los bichos ebrios (2) pero tengo el lápiz en la mesa y, aunque no me tendría siquiera que levantar, incorporarme posiblemente haría caer la almohada púrpura que tengo tan bien colocada y no sé si:
a) doblar la esquinita
b) olvidarme de subrayar este verso
c) arriesgarme a perder esta cómoda postura.
Quien está a mi lado es otro que no soy yo, pero sí. Concluyo que su presencia, al menos en parte, es una reacción al tríptico que va por libre: mi yo que tira lápices, vuela con alas, danza dentro de burbujas y muerde las orejotas de Mickey Mouse. No sé si tenerle miedo o envidia. ¿Será mi Hyde? Bendito Stevenson.
(1) Juan ramón Jiménez,
Eternidades
(2) Herberto Helder,
La cuchara en la boca