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serie triángulo / perodia_01
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serie triángulo / perodia_01
Hay una verdad en la imagen que trasciende: terror interior.
Se teme; el fotógrafo transmite temor, ¿lo sentís? Puedo palparlo, sentirlo a través de su imagen, ¿qué son esas chimeneas si no, por qué tres manchas negras, qué representa el triángulo de aves y la mancha triángulo?
Una y luego otra, ¿por qué se sumergen fuera de marco, por qué decidió captarlas precisamente así? Interpretad conmigo. Esta fotografía muestra ¡tanto.
Por cierto, me llamo Eustaquio.
Sonido para la serie:
El fotógrafo roba un instante a las tres chimeneas y a los tres pájaros negros para hacerlo suyo y ahora nuestro, de los que lo vemos y le vemos a través de sus ojos; porque la fotografía de los pájaros es un espejo. Nosotros: vosotros y yo, estamos a este lado y podemos mirar de frente: ahí están sus ojos, los del fotógrafo; y si nos esforzamos, ¿lo veis? podemos meternos dentro; dentro de su mirada; y sentirle; saber de él. Saber que tiembla y teme.
Su mirada capta murciélago donde hay golondrina. Capta dos ventanucos + una chimenea = tres.
Hace murcielaguear pájaros, los desavetiza y los mamiferializa en seres terribles de alas extraordinarias que quieren decirnos algo en su silencio a gritos, en su silencioso volar congelado a gritos.
esas golondrinas malagüeras reflejan su sentir y el fotógrafo observa pájaros como anhelo de su conciencia. Quien dedica tiempo a aves negras esconde algo. Siente algo negro dentro de sí; algo que puede con él.
Su mirada temblorosa, enfermiza, transmite su mal hacer. No se perdona. Intentar huir. De sí.
¿Qué pensáis? ¿Es una interpretación exagerada? ¿Acaso creéis que observa pájaros cuál inocente ornitólogo? En absoluto. No hay ornitólogos inocentes; observa aves como fuga. Conscientemente o no, quiere fijar esos pájaros, nos los quiere mostrar, porque le emociona el imposible de su (aparente) libertad. Su volar sin culpa. Su culpa volándose a velocidades golondrinas. Las aves son su culpa. Su culpa simbionte que los murcielaguea y los monstrualiza.
Hay un triángulo. En toda la serie se muestra un triángulo con evidencia.
Con significado.
El triángulo nos muestra, nos explica, nos grita su realidad, su causa. Los pájaros, las chimeneas, el cielo degradado son solo la consecuencia, el triángulo es la causa, es lo que hay que buscar desde este lado del espejo.
El ave amenaza, punta de flecha directa al entrecejo: donde se encuentra la conciencia, donde duelen los remordimientos. El ave va directa a clavarse. Es la culpa lanzada desde ese torreón de almenas. Donde la antena es un brazo en alto advirtiendo, ordenando, condenando.
El fotógrafo claramente se desprecia. Se da por perdido. Está en la parte alta de la montaña rusa, a punto de lanzarse vertiginosamente hacia una inculpación depresiva.
El fotógrafo trata de seguir mirando al cielo, trata de esquivar el dolor que siente en las intermitentes distracciones de los caracoles, las pausas, los vuelos bálsamo que preceden a cada uno de los latigazos rememorando culpas,
la de un fotógrafo que se ha fallado a sí mismo,
como cada uno de nosotros.
¿Quién no se ha fallado nunca?, qué tontería. Todos hemos sido ese fotógrafo alguna vez.
Solo.
Está solo.
La soledad la peor de las opciones. La teme. Le tiembla.
Él también querría irse, volar, negro por dentro y sin pupilas, como una ave más. Pero esto es un triángulo, no un cuarteto.
proyecto fotográfico-textual: Perodia
fotografía: Miguel Ángel Gara /
texto: benjamín Escalonilla / música: Grouper