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serie negra / perodia_05
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serie negra / perodia_05
Permíteme un comentario sobre el asesinato. El hecho en sí, como el resto de obras emprendidas en este mundo, puede hacerse a la machimberra, encomendándose a la improvisación, pero también con gusto, premeditación e incluso arte.
Aquí debo realizar otra apreciación adicional y con tabulación, al respecto de esa palabra pequeña, puñetera, esquiva, grandilocuente: arte:
quiero pensar que la artisticidad de las acciones no está únicamente en su intención de serlo (siendo esto imprescindible: no se puede crear arte por accidente) si no en su capacidad de convocar belleza; y cuando digo belleza, me refiero a su acepción amplia y trascendente, no al empleo estético y simplón de la palabra.
Sonido para la serie:
Dicho esto, el asesinato, un acto deleznable, inferior, moralmente cobarde, puede aspirar a la plasticidad de la obra artística.
Sí.
Soy de los que comparten este enfoque (siempre y cuando se cumplan los dos requisitos a los que me referí arriba). Resultará, pues, una obra despreciable si se mira con la razón, ética o religión en mano, en efecto,
PERO
aún así, a pesar de ello o más preciso: independientemente de ello,
podrá resultar una obra fabulosa.
Sí.
Sostengo con vehemencia que en el arte no hay moral. (¿Tú qué opinas?)
Nos encontramos ante uno de estos casos.
El fotógrafo ha emprendido una persecución intencionada, malvada, asesina.
Este compendio serial de fotografías, pretende transmitir la belleza del marcado y persecución de potenciales víctimas;
En esta serie, el fotógrafo desnuda su inclinación asesina, rebusca en su interior para captar y transmitir a través de cada foto: lo hermoso, terrible, bello y morboso que puede resultar la selección de su primera víctima.
El fotógrafo flirtea con el odio y el voyeurismo; sigue y espía y busca víctima entre hombres y entre mujeres,
PERO
me surge una pregunta: ¿selecciona las víctimas por su entorno, por la belleza y plasticidad del lugar? O quizá, es su forma de moverse, la estética de su nuca, el olor, las proporciones de su espalda.
El fotógrafo, consciente de ello o no, traslada con cada una de sus fotografías el anhelo de un asesinato en diferido: ese primer asesinato.
La virginidad (del potencial asesino) se manifiesta en la lejanía de las víctimas: cuerpo entero, plano general… y se ensueña con ello, se deleita en el what if: ¿cómo lo haría, a quién elegiría, dónde,
con el juego, con el ¿qué pasaría si lo hiciese? Se recrea a diez pasos de distancia de la víctima; disfruta de la persecución, de la condición y sensación de sentirse cazador.
En las fotos se aprecia el recreo: el fotógrafo transmite el nervioso disfrute de seguir y perseguir.
También yo, sí, yo, Eustaquio Figueroa, qué, sí, qué pasa, ¿tú no?, yo también he seguido, he perseguido, he imaginado cómo sería cometer un acto vil. ¿Vosotros no, de verdad? He estado cerca de vuestras nucas, al acecho… Y he disfrutado, ¿quién no?
¿De dónde sale si no tanta novela negra o tanta película con muertes? Alguien las lee. Las ve. Todos nosotros.
Disfruta él. Disfrutamos todos. Disfrutemos nosotros, tú y yo: te propongo un juego interpretativo: ¿Cuál de todos los individuos de esta serie habría sido elegido? ¿Con cuál ha imaginado el fotógrafo el detalle, el cómo, el cuándo, método, vehemencia? ¿A quién habría quitado la vida?
Lo tengo claro:
La foto nº 11:
ese hombre con cámara paseando junto al estanque del Retiro (de Madrid): su némesis. Un fotógrafo en busca de parajillos o florecillas… Él habría sido su elección, su primer asesinato, su otro yo, el yo que era antes, antes de sincerarse consigo mismo y bajar a la hiel, asomarse a su vileza, conocer el disfrutable instinto asesino que lleva dentro.
¿Y el medio? Cuál sería, ¿jugasteis al Cluedo? ¿Con qué arma mataría? Yo era bueno en el Cluedo, mis primos veían trampas donde solo se trataba de atender al porqué de las preguntas de cada jugador. En fin, no sería soga ni candelabro, no; ¿el disparo de un arma como símil del disparo de una cámara? No. El fotógrafo no ha elegido el primer puesto de esta serie por casualidad, la primera foto es el resumen de toda ella: este fotógrafo asesinaría aparentando accidente. Ese cartel o cosa que cuelga sobre el primer hombre, con su sombra terrible, bella, caería sobre él, reventándole el hueso del cráneo en un sonido hueco, amortiguado por el cuero cabelludo partido, por la incrustación violenta, sangre negra en la acera pública, brillante, pulida, desparramándose.
Ese es el what if en el que se ha recreado nuestro fotógrafo.
Por cierto, la sangre del blanco y negro produce una mayor inquietud, impresiona más que la roja, ¿no te parece?
proyecto fotográfico-textual: Perodia | ¿Qué es Perodia?
fotografía: Alfonso Rincón @alfonsorincongl /
texto: benjamín Escalonilla / música: Tim Hecker