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serie negra / perodia_02
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serie negra / perodia_02
Me llamo Eustaquio y reconozco que fotos como esta, feo-bellas, me ponen los ovarios a cien.
Es una imagen como las que se hacían antes sin querer y que ahora se hacen atendiendo simetrías y queriendo decir algo. Yo ya he descubierto qué: el fotógrafo pretende transmitir sospecha ¿no os parece? Quizá dos, porque si lo piensas bien es una doble sospecha: el fotógrafo sospecha... que el chino sospecha de él.
Puede que por eso haya decidido fotografiarle.
Esta imagen nos dice mucho del fotógrafo:
Nos encontramos con una intención manifiesta de demostrar. Y no digo probar, porque la prueba la tuvo en casa al revelar el .raw. Una intención manifiesta de demostrar: el poderío de su cacharrería Nikon, disminuyendo a tamaño gota la persona que pasaba por detrás…
¿Hay obsesión? Detrás de la foto anterior, la de las gotas, había otra mujer. Joven. Y van 3 en 4 fotos.
¿De qué sospechaba el chino?
¿Nos encontramos ante un triángulo de insatisfacción, obsesión y voyerismo?
Como me llamo Eustaquio que me empieza a preocupar este fotógrafo.
Autobús 146 al fondo. La reconocible acera de calle Gran Vía. Casi podría asegurar que la chica de la segunda foto y la tienda del chino están en la calle de la Salud, perpendicular a Gran Vía, donde iba a comprar vinilos en “Melocotón” cuando era veinteañero; ahora soy cincuentón, ¿tú cuántos tienes? No andarás lejos si estás por aquí…
El fotógrafo sigue en la misma zona y en esta fotografía transmite con precisión de diccionario la sombra de la separación en la pareja; yo también pasé por eso: caminar sin soportarse. Se llamaba Pilar. Esta mujer me recuerda a ella, aunque era morena.
Una mujer joven de nuevo, la quinta.
Quiere circulear lo que es picudo por naturaleza en sus 3 vértices. Y pincha. La negación es parte del proceso. El fotógrafo lucha internamente.
Me lo imagino imaginado que dialoga con ella, la que está buscando por el centro de Madrid, una mujer joven que aún no conoce y que le volverá a hacer feliz.
¿Acaso fuiste feliz alguna vez, fotógrafo?
El fotógrafo quiere verse. Quiere estar reflejado en ésta, su serie de búsquedas, sospechas y amenazas.
Ha elegido un desequilibrio amarillo y negro que corrobora ruptura, desamor, obsesión y ausencia de sexo.
Hasta ahora me he estado guiando por esa intuición de perra vieja que soy, pero esta foto lo confirma: aquí pasa algo.
Se ha vuelto a fotografiar a sí mismo, pero esta vez él es el robot. Esa mirada robótica directa e intimidatoria que me hace pensar que se considera una herramienta, solo eso, ergo si agrede es por mandato externo. El fotógrafo es una persona que puede agredir. Que puede que haya agredido ya.
Esta serie fotográfica es una ventana indiscreta; más que eso, es un aviso. Este señor es violento y (sinceramente) estoy convencido de que ya ha agredido y volverá a hacerlo.
¡Ha salido de caza!
Rezo al santísimo para que se mantenga en el voyerismo (sí, soy religiosa cuando desespero, qué pasa).
Ha matado. Ahí está el cuerpo,
ahí,
semi enterrado o mejor dicho semi tapado ¿porque eso es un cuerpo verdad, claro que sí, qué horror. ¿Habrá violado. Os lo había advert/
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No era nada, perdonad, la ventana de atrás, que con el viento… Vaya susto.
Alguien tendría que hablar con el chino de la calle de la Salud.
proyecto fotográfico-textual: Perodia | ¿Qué es Perodia?
fotografía: Berriancho@ /
texto: benjamín Escalonilla / música: Corcobado y los chatarreros de sangre y fuego