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sin serie / perodia_08
Lavapiés20200223
Esta serie fotográfica,
la segunda que interpreto de este autor, también es de calle, pero al contrario que en aquella, aquí no se sigue, no se voyeuriza, al menos no tanto o no en el sentido clásico. Es otra cosa.
Se muestra una presión,
esta serie muestra la gravedad del presente.
Se percibe el agobio por el tiempo escapado, escapándose.
El fotógrafo se nos presenta voyeurista en esta serie, pero no del morbo, sino del tiempo. Lo busca, lo encuentra, le pierde.
El ahora.
El Hoy es siempre todavía, de Machado;
el ahora-ahora: ese efímero infinito en el que vivimos,
ese que le duele o presiona o agobia al fotógrafo
con el que nos dice:
que lo que vemos, lo que estamos viendo, lo que está en sus fotos,
está
solo en ese momento, en ese ahora,
pero no seguirá así mucho tiempo. Un instante. Nada. Porque escapa.
El presente es pérdida.
La pérdida es la presión del ahora.
El fotógrafo refleja en su serie una causa perdida:
esa búsqueda de lo que se-encuentra-y-pierde al mismo tiempo.
Esta serie fotográfica es, en fin, un quejido.
El mismo que yo siento ahora,
el lamento por el instante, por el-efímero que solo una cámara captura,
y que al hacerlo mata; lo asesina
y por tanto, en parte, lo pierde. Fósil muerto.
Porque el instante no se deja capturar, muere en el verbo.
Tengo la sensación de que
lo que vemos en cada foto, cada presente de esta serie, no es lo que estaba allí
porque perdió su olor, parte de su sonido, la vida,
sino
que lo que vemos en cada fotografía de esta serie es su presión, el quejido, el vacío que deja lo que ha escapado.
Fotos del vacío
que deja el tiempo.
El vacío del ahora.
El ahora vaciado.
Esta serie no habla del presente, sino de su ausencia;
y
el
fotógrafo
ejerce de enterrador de cadáveres, de taxidermista de ahoras.
Me apiado y siento la pérdida en cada una de ellas, el pésame por el instante.
En cada fotografía vivo el pésame continuado
que la velocidad de esta vida anticontemplativa contemporánea convierte
en una masacre acelerada,
y brutal.
Nunca el-ahora estuvo tan muerto,
nunca duró menos.
Si alguna vez el presente duró, digamos, los sesenta segundos de un minuto, ese momento histórico ya pasó.
Esta serie llega a su fin, dejando un vasto páramo de cadáveres, que en su conjunto componen una mueca de esperanza, dibujando una sonrisa:
el de la idea, el anhelo, la mentira a medias
de que su conjunto compone un recuerdo,
un mordisco de lo que fue ese presente de: